Diario de un gato siamés

lunes, septiembre 06, 2004

Límite vertical

Límite vertical

Anoche Tutu me comentó algo de esta película, que la vió hace tiempo, y me quedé impresionado.
Como todo el mundo sabe, a nosotros nos gusta continuamente imaginar, hacer como si cazáramos grandes presas, cuando se trata de nuestro amigo El conejo, o de las Elefantas gemelas, pero creo que ayer ricé el rizo.
El escenario eran dos sillas estratégicamente colocadas, una en frente de la otra, a una distancia no superior a los 30 centímetros. La ambientación era idónea, ya que El jefe puso algo de música de The Crystal Method -¿se dice así?- y yo cada vez me iba calentando poco a poco, preparándome para mi gran aventura.
En el comedor, estaba el otro Jefe y la La jefa, y estaban viendo esa serie... El inquilino me parece que es, ¿no? Sí, debe ser esa, porque dijeron "es tan aburrida como el propio título".
Aprovechando que nadie me veía, me subí al taburete rojo que estaba al lado de una de las sillas, y a continuación a la silla. No me costó mucho, pero he de reconocer que es más difícil que subirse al sofá, y mucho más a pulso. El sofá tiene una textura... mmm, me gusta arañarlo de vez en cuando, para saber que está allí, y porque los hilos me gustan.
Volviendo a las sillas, que bueno, para mí no eran sillas, sino dos picos muy elevados con una nefasta iluminación, que sólo llegaba algo de luz del comedor, hacían del lugar, un lugar idóneo para mi gran salto. El frío también lo teníamos, ya que además de refrescar un poco más por la noche, la nevera se la dejaron abierta.
Me acerqué un par de veces al borde de la silla, calculé la distancia -bastante mal por cierto, o eso creo- y me dispuse a coger impulso... y así fue, pasitos para atrás -cómo me gusta caminar hacia atrás, 1, 2, 3... y velozmente hacia adelante!, en los 2 segundos que duró el trayecto pensé que era lo más emocionante que me había pasado en mi vida, después de comerme un trozo de pollo que se calló al suelo y yo solo pude ver, pero que no sé cómo, me descubrieron...
Llegué justo al filoy se me hizo un nudo en la garganta, pensé que no salvaría nunca los 30 centímetros, y aunque ya era tarde para frenar, me giré velozmente hacia atrás, me agarré con la pata derecha, y me quedé colgando, con las patas traseras apoyadas en un resorte de la silla, y con una sola pata enganchada. Maullé un poco, pero apenas me salían los maullidos, intentaba luchar con todas mis fuerzas, y tuve que hacer uso de todo lo que había descansado durante el día -es decir, unas 18 horas- ... Al final, gracias a mi pata izquierda -no se me había ocurrido que tenía dos patas delanteras!- alcancé de nuevo la cima, y justo cuando alcanzaba la cima se encendieron las luces de emergencia -joder, Tutu, que ya sé que son las luces de la cocina, pero así meto más emoción-. Me pillaron in fraganti gracias a unos hilos que se soltaron en mi ascensión latera a través del taburete, y a través del falso salto.

Hoy lo volveré a intentar, ya que veo las sillas un poco más juntas... No sé por qué alguien las ha dejado más juntas... ¿Tengo admiradores? ¿O quieren que fallezca en el intento?

Miau miau.